jueves, 17 de mayo de 2007

LA VIOLENCIA VS. EDUCACION

La problemática de la violencia solamente puede ceder con proyectos de inclusión a través de la educación. El nivel educativo y los índices violencia son inversamente proporcionales en todas las poblaciones urbanas Latinoaméricanas. El aumento del nivel educativo produce, estadísticamente una sensible disminución en los índices de violencia. La integración a través de la educación es entonces nuestro objetivo.

martes, 15 de mayo de 2007

El poder y la violencia Por Osvaldo Bayer



El filósofo alemán Wolfgang Sofky, en su “Tratado sobre la violencia”, nos presenta un personaje completo en su violencia, para entrar en el estudio de ella. Se trata del caballero Gilles de Rais, de una de las familias fundacionales de Francia. Fue general del ejército junto a Juana de Arco. Condecorado por su valentía, guerrero y noble, aristócrata, era admirado por su temeridad e inmensa riqueza. Cuando terminó la guerra, se dedicó a demostrar su poder a través del crimen, pero por otras vías. Asesinó por lo menos a 140 niños entre 8 y 15 años, todos de sexo masculino. A las niñas no las tocó; las despreciaba. El caballero militar se convirtió, en la paz, en un asesino masivo. Se hacía traer niños y adolescentes, los mataba y luego cometía con ellos sodomía. Derramaba su semen en el vientre de sus víctimas, principalmente cuando estaban muertos, pero también en la agonía de éstos. Les cortaba la cabeza con puñales chicos y grandes, pero también con cuchillos, o los golpeaba ferozmente con palos o garrotes, o los colgaba de una barra o de un gancho en su habitación y los estrangulaba. Poder y violencia. A los niños que poseían hermosas cabezas y hermosos miembros los ponía en exposición mientras abría sus cuerpos, ya que le deleitaba ver sus órganos internos y, cuando las víctimas agonizaban, se sentaba sobre sus vientres y los miraba y se reía.
Es muy fácil decir que el caballero francés fue en realidad un monstruo sadista, un aborto de Satanás –como lo calificó la Iglesia, después–, pero el asesinato es obra humana, es algo específicamente humano. Las bestias animales no cometen hechos así. Sólo el hombre es capaz de llegar al peor refinamiento. Le es siempre posible. A pesar de eso, la comprensión humana no llega e interpretar estos hechos de tamaña crueldad. Los motivos de los crímenes del caballero de Rais apenas si pueden llegar a investigarse. Los estados de ánimo cierran la posterior introspección.
Para el noble caballero, violencia para mostrar su poder era su forma de vida. En el juicio que se le hizo prometió peregrinar a Tierra Santa para pedir perdón. El clásico método: se peca, se hace penitencia, se pide perdón y se es perdonado. Punto Final.
En el juicio se recordó que el general depravado, cuando terminó su campaña guerrera, dio fiestas lujosas donde todo se dilapidaba. Mantenía un cuerpo de cincuenta personas de guardia (el poder), entre ellos un coro religioso vestido con trajes de oro y seda; llevaba siempre barriles de incienso y varios órganos, uno de los cuales era transportado por seis hombres. Todo para ser protegido por la religión.
Para el noble guerrero, violencia era su forma de vida; mantener el poder. Y la violencia le estaba permitida a él, el Grandseigneur.
Las circunstancias históricas, los hábitos y su biografía son conocidos. ¿Pero permiten a través de ellos llegar a los orígenes de la violencia?
Ni la crudeza de las costumbres de la época ni el temperamento del asesino puede hacer comprender qué significado tiene en realidad la bestialidad humana. ¿Qué dice, por ejemplo, el origen social acerca del sentido de sus crímenes? Tan enigmática es la bestial figura del caballero. No es la persona sino sus crímenes el problema a resolver.
Es conocido que las atrocidades acercan a uno a la ilusión del poder absoluto. El momento culminante de Hitler es cuando ve que la muerte industrial marcha al minuto. Cuando miles de personas avanzan hacia las cámaras para ser gaseadas. Ya todo salta las fronteras de la vida diaria. Las leyes de la racionalidad son despojadas de los valores y los fines. Es el placer de sentir ironía sobre el sufrimiento de sus víctimas.
Pasemos a otro ejemplo, donde contra el poder de la violencia se ejerce la violencia. El poeta austríaco Georg Trakl, en la Primera Guerra Mundial, es enviado como soldado. Asiste a la batalla de Grodek, donde todo es sangre, barro y mierda, con los jóvenes soldados con sus barrigas abiertas y los intestinos colgando. Cuando termina la batalla, Trakl escribe su última poesía, “Grodek”, donde los versos ya huyen: “y la nocheabraza a los soldados moribundos; la queja salvaje de sus bocas despedazadas... todas las calles terminan en negra podredumbre”, y al final lanza una frase, la más triste: “Los nietos no nacidos”.
El poeta se suicida después del último verso. Es su protesta final contra el poder y la violencia. Los generales siguen haciendo planes de la batalla. Al soldado Trakl lo enterraron sin misa. Desobediencia debida. La protesta. El poeta amado. Limpio. Un dolor inmenso y las lágrimas.
Pero pronto estamos en la realidad. Un general está realizando gestos en televisión. Es el teniente general Jorge Rafael Videla. Y dice y lo repite: “No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos”. No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos. Pone un rostro interesado de obispo en exégesis. Pareciera que el general les explicara a los periodistas que por fin se ha llegado al castigo perfecto para el enemigo: su desaparición. No puede desearse mayor escarmiento para quien conspiró contra la manera de ser Occidental y Cristiana, la ley de Dios. Ni vivo ni muerto. Desaparecido. En el limbo gris de la penumbra. Ni tumba, ni flores, ni cruz: desaparecido. El castigo ya no es sólo para el reo sino para sus padres, esposa, hermanos, hijos. Todos murmurarán con terror: desaparecido. Por mandato de Dios. No tienen siquiera sombra en la sombra. Si hay un castigo eterno es éste: desaparecer, que es ni siquiera existir o no existir.
El general sabe muy bien que hay algo aún más terrible que eso. El castigo que corroe el cerebro y las entrañas de los desaparecidos: quitarles sus niños, sus hijos. Es superior a la cárcel eterna en sótanos oscuros, que la pena de la hoguera, de la rueda o del despellejamiento. No sólo quitarles los hijos sino educarlos precisamente en las ideas contrarias a las de ellos. No, no se le puede infligir derrota más grande, humillación más perfecta. Eso a los padres; pero a las madres, sacárselos en el momento de parir en el piso de alguna letrina del peor sucucho del general Camps y del doctor Bergés. Sí, así, solteras embarazadas cuando la mujer debe ser virgen como la Virgen María y la Virgen Capitana del Ejército. Y “salvar” al hijo quitándoselo sin mostrárselo. El mejor castigo. No inventado todavía por la mente humana, pero sí por la mente argentina. El pobre caballero Gilles de Rais quiso demostrar lo que es el poder. No; el poder es el que demostraron los oficiales salidos del Colegio Militar de la Nación. Desaparición y quita de hijos, y educación de éstos en el buen camino.
La fórmula más cruel de represión en el mundo. La mejor fórmula de demostrar poder. Hacer desaparecer, la fórmula mágica.
Hoy, Videla sabe muy bien que nadie lo superará en métodos represivos. Desde la celosía de su departamento mira agradecido el edificio de la iglesia castrense. De pronto, una atmósfera gris lo rodea. El, para dejar las cosas bien sentadas, dice en voz alta, como si estuviera entre los periodistas, en aquel 1978: “No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos”.

LA ECONOMÍA DOLARIZADA -La gran trampa verde

Desde la devaluación, gran parte de los precios que rigen la economía aumentaron en la misma proporción que el dólar. Otros, como los de propiedades o la construcción, le ganaron ampliamente.

Por Lucio Di Matteo

Durante un tiempo, la "devaluación exitosa" fue el caballito de batalla argumental de Roberto Lavagna. Cuando el hoy candidato presidencial opositor era ministro de Economía de Kirchner, solía ponderar que el traslado a precios de la devaluación era relativamente bajo. Aunque irritante para los menos beneficiados por ese proceso (básicamente los trabajadores en negro), el argumento era cierto. Al fin y al cabo, cuando Lavagna dejó su cargo el dólar había aumentado cerca de 190% su valor nominal, mientras que los precios generales –medidos por el IPC– llevaban solamente un 70% de incremento.
La situación, un año y medio después, es totalmente distinta. Aunque el IPC sigue relativamente controlado, con métodos más o menos cuestionables, hay precios que definitivamente están dolarizados. Algunos inclusive subieron más que la moneda estadounidense. El millar de ladrillos huecos, por ejemplo, que en diciembre de 2001 se conseguía a $/u$s 194, hoy cuesta $ 1.158 (u$s 386). Es decir, 98,7% más, casi el doble en dólares y unas cinco veces más en pesos. La combinación de precio commoditizado (a valor fijado internacionalmente) y alto consumo fue la que empujó los costos de la construcción muy por encima de la curva del dólar. Casualmente, en esta lista también entran los caños de cobre y PVC (ver "Le ganaron ...").

La macroeconomía empuja los precios hacia su equivalencia con el dólar. "Los elevados precios internacionales y el tipo de cambio depreciado hacen subir los precios de los bienes domésticos exportables, acelerando la inflación", señala Rogelio Frigerio, ex secretario de Programación Económica y Regional. De todas maneras, Frigerio señala que, como contraparte de lo anterior, el superávit fiscal ayuda a que no se dolaricen todos los precios, especialmente los regulados (ver columna).

En cuanto a los precios dolarizados, casi no hay discusión sobre sus razones de base. La posibilidad de exportar y el alto consumo (generado por un mayor poder adquisitivo) se llevan la mayoría de los votos. Dentro del primer patrón, caso paradignático son los alimentos. La manzana, por ejemplo, nunca fue la más deseada de las frutas, a pesar de su sentido bíblico. En verano son más codiciadas las uvas, cerezas o melones; pero la fruta prohibida vale más en dólares que en diciembre de 2001: 0,58 contra 0,37 del verde billete. La razón económica de fondo es que se exporta mucho para la producción de jugo, y como el precio externo es más alto que el interno, en las verdulerías argentinas las manzanas son escasas y caras.

Hasta la tradicionalmente barata lechuga o el poco utilizado maíz valen más en dólares que durante la convertibilidad (ver "Dolarizados ..."). Este año, para calentar aún más el fuego inflacionario y los humores populares, se sumó la carne al de alimentos con precio verde billete.

En el Mercado de Hacienda de Liniers, comparando febrero de 2007 con diciembre de 2001, todas las categorías cotizan más en dólares –aunque levemente– que en aquel recordado fin de año: novillos, novillitos, vacas, vaquillonas, terneros y toros. Estos últimos son los que experimentaron el mayor incremento: el kilo vivo pasó de $ 0,38 a $ 1,608 en el período mencionado; con lo que también subió en dólares, de los 0,38 a u$s 0,51.

En el caso de la carne, como en gran parte de los alimentos, se combinan las dos razones macro mencionadas, simplificadas bajo el popular dicho "exportamos lo que comemos". Y aunque hay cierta restricción hacia las ventas externas, la mayor producción no llega a cubrir del todo el alto consumo. Durante el primer trimestre de este año, el volumen de carne exportado fue 25,2% menor al de igual período de 2006, según el informe de abril 2007 de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA).

En el mismo trabajo, también se señalan los límites del actual modelo, donde la oferta de bienes muchas veces aumenta menos que la demanda. "En enero-marzo de 2007 –señala el informe– el consumo interno absorbió 641,3 millones de toneladas, es decir 9,3% más que en el primer trimestre de 2006. Este nivel de consumo interno se constituyó en el registro más alto para el período analizado desde 2000 hasta el presente".

Además, ese trabajo alerta sobre las expectativas a futuro, pues "durante el tercer mes del año continuó el proceso de liquidación de vientres", lo que a la larga produciría menos reproducción y faena. Y también advierte sobre precios que, aún dolarizados, no serían suficientes: "Queda en evidencia que en la medida que los precios relativos de la carne vacuna continúen atrasándose respecto de los demás valores de la economía, el consumo interno de nuestro producto continuará ascendiendo".

En otras palabras, si se liquida parte del capital productivo (los vientres vacunos), y los precios siguen con tendencia alcista, el modelo económico se enfrenta a los límites de una alta inflación. Esto es señalado por el economista Osvaldo Cado (ver columna), quien ve en la actual dinámica del modelo económico una intrínseca e inevitable dolarización de todos los precios.

LOS LÍMITES DEL MODELO.
Si la devaluación se traslada a precios, la salida de la Convertibilidad pierde sentido como medida para ganar competitividad. Del lado del consumo, si además los salarios promedio se recuperaron muchos menos que el dólar, la ventaja es menor aún. El ejemplo más evidente es el valor de las propiedades. En el Norte de Capital Federal, un departamento de 2 o 3 ambientes vale –actualmente– 30% más en dólares que durante 2001. Según datos de Reporte Inmobiliario, el metro cuadrado se cotizaba a u$s 1.000 y ya ronda los u$s 1.300.
En la construcción también hay precios dolarizados. De los índices globales, el del costo de la construcción (ICC) fue el que más creció desde el fin de la Convertibilidad: casi 160%. De los tres grandes capítulos del ICC, Materiales lideró las subas con 173%, seguido por Mano de Obra (alrededor de 140%) y Gastos Generales (cerca de 110%).

Los materiales, de poca rentabilidad exportadora por una cuestión logística (requieren mucho espacio para su traslado), explican gran parte de su incremento de precios por la explosión del consumo. Entre los grupos que más aumentaron desde fines de 2001, están los productos de cobre, plomo y estaño (453,4%), cables y conductores de media y baja tensión (424,8%), o el hierro (319%).

Los precios libres y crecientes de alimentos exportables, construcción y propiedades, tienen su contraparte no en bienes que –como ellos– responden al juego de la oferta y la demanda, sino en servicios que están regulados. La diferencia entre las grandes categorías del IPC son claras: mientras que el nivel general creció 190%, los productos estacionales 220%, los regulados apenas cerca de 140% y Resto IPC un 200%.

En sus anotaciones metodológicas, el INDEC explica que "los bienes y servicios cuyos precios están sujetos a regulación o tienen alto componente impositivo" comprenden desde electricidad, agua y transporte de pasajeros hasta cigarrillos, correo, teléfono y combustibles para la vivienda. Estos productos apenas comprenden 20,13% de la canasta total del IPC.

El restante (casi) 80% explica por qué la "sensación térmica" de inflación es muy superior al IPC. Una sensación que se incrementa por el hecho de que los productos más dolarizados son, en jerga de los economistas, inelásticos a la baja. Es decir, difícilmente puede reemplazarse o suspenderse su consumo. Es el caso de los alimentos, o la compra y/o construcción de viviendas, que sólo puede sustituirse por los cada vez más caros alquileres.

A los precios que tradicionalmente estuvieron regulados, desde 2005 se sumaron aquellos de la "Canasta Moreno". Es decir, los que caen bajo listas de precios oficiales y que deben tener autorización del secretario de Comercio Interior para aumentar su precio. Si pocos creían en la eficacia de largo plazo de estas medidas, Frigerio agrega fuego a la hoguera anti-reguladora: "Las medidas adoptadas para combatir la inflación generan una distorsión de precios relativos. Como el Gobierno interviene sólo en algunos mercados, todos los precios no aumentan al mismo ritmo. En consecuencia, crecen la distorsión y los subsidios necesarios para mantenerla".

El problema con los precios regulados es que todos se preguntan: ¿hasta cuándo son sostenibles? Más allá de los alimentos bajo acuerdos de precios, en áreas donde es necesaria mucha inversión para expandir la capacidad instalada, y el estímulo para ello es un sendero de precios. La generación de energía es uno de los casos más obvios. El Plan Energía Plus intenta dar una respuesta a este dilema, permitiendo precios libres para la generación de energía que surja de nueva capacidad instalada.

De todas maneras, la estrategia-precio de los servicios públicos sigue siendo la acorde a un año electoral: quietud casi absoluta para el consumo domiciliario. Mientras el superávit y la capacidad instalada "aguanten", la dolarización total de precios puede esperar, aunque cada día se extienda más. Las respuestas de largo plazo, como siempre en la Argentina, quedarán a cargo del próximo Gobierno.