jueves, 12 de abril de 2007

SOBISCH ¿el último dictador menemista?


REFLEXIONES DE HONEST



Para aquellos que no lo tenían claro, el actual Gobernador de la provincia de Neuquén fue uno de los primeros políticos en proponerse como candidato a presidente en las elecciones que se darán en nuestro país el próximo mes de octubre. Es el mismo que ahora ocupa la primera plana de los medios porque en su provincia la policía, reprimiendo, tuvo la “mala suerte” de matar a un maestro.

Las cosas no se dan por sí solas, es importante que la sociedad tome conciencia de que el dirigente que, haciendo un uso abusivo de sus funciones, dispuso reestablecer el “orden” de una protesta pacifica, continúa en el cargo. Sigue siendo su figura la del más alto dirigente de la provincia de Neuquén, provincia rica, si las hay en términos comparativos, por tener gran parte de la explotación de yacimientos petrolíferos.

No podemos dejar de reconocer que, en nuestra argentina del dolor, se ha instaurado un modelo único de conducta social para el reclamo. El mecanismo prevé necesariamente que los docentes dejen su trabajo para ser visibles y quizá, a través de un piquete en la ruta, obtengan poder como para sentarse a “discutir”, en lenguaje político, un aumento de sueldos.

Entre “el caos y el orden” que propone este psicópata, hay un no reconocimiento de la persona del otro, y muchos políticos que acompañarían este discurso pertenecen a la misma categoría de “reptiles”. Desgraciadamente son muchos, y no los reconoceremos fácilmente, a no ser que los veamos actuar como a Sobich: un personaje siniestro que privilegió su decisión de no permitir un corte de ruta por sobre la vida de un docente joven, comprometido y querido por toda la comunidad.

A este caudillo neuquino, una buena representación del menemismo en la actualidad, se le puede adjudicar la privatización de numerosas dependencias del estado y una de las peores distribuciones de la riqueza del país. En su gestión la malversación de fondos públicos redundó en otorgarle créditos millonarios a las empresas de las familias acaudaladas de Neuquén, mientras que el 30% de los neuquinos está por debajo de la línea de la pobreza.

Pero en este artículo trataremos, usando algunos elementos del derecho, comprender un poco más la responsabilidad del gobernador represor. Usaremos la teoría del delito que es un sistema de categorización por niveles, conformado por el estudio de los presupuestos jurídico-penales de carácter general que deben concurrir para establecer la existencia de un delito, es decir, que la teoría del delito permite resolver cuando un hecho es calificable como tal. La definición usual de delito es reconocida como la acción típica, antijurídica y culpable, sus presupuestos son: acción, tipicidad, antijuricidad, culpabilidad y punibilidad. A modo de pequeño y reducido bosquejo: debe ser un comportamiento humano penalmente relevante, con una causalidad e imputación del resultado, debe ser típico (corresponder un a tipo penal previamente establecido por nuestro código), antijurídico (en contra de una norma), debe existir el presupuesto de la culpabilidad (que consiste en la imputabilidad o capacidad para ser encontrado culpable). Y en este caso quien dio la orden de desalojar el corte de ruta a cualquier precio, fue el mismo gobernador. Esta situación fue la principal habilitación para actuar de la corrupta policía de Neuquén. En ese momento este tan avezado como siniestro personaje dispuso categóricamente que los maestros deberían retirarse del corte con o por encima de su voluntad. La sociedad debe entender que existió por parte del ejecutivo provincial, la figura del dolo eventual, que significa que el autor consideró seriamente la posibilidad de que el tipo legal (es decir el delito) se configure y sin embargo optó por seguir con su intención.

REFLEXIONES

En la Argentina en que vivimos, este personaje, a través de una buena campaña como venía haciendo, pretendía sentarse en el máximo estrado de la dirigencia política. Y si las cosas se hubieran puesto tirantes, Fuentealba hubieran sido muchos. Su tozudez, digna de un psicópata, le impide ver que su crédito político se terminó cuando se ejecutó la orden de reprimir a los maestros. Sin embargo queda preguntarnos:

¿Será un Sobisch nuestro futuro presidente?

¿Los maestros seguirán debiendo necesariamente cortar rutas para discutir su sueldo?

¿Este será otro crimen de represión impune, aunque vivamos en democracia?

La represión, con cada muerto, contribuye al suicidio social: con violencia y sin educación no será posible la convivencia, no habrá elementos de cohesión social que nos permita escaparnos del espiral de la violencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sobisch, mierda, malnacido, se escapo disfrazado de policia, tomon de queso, las drogas y las putas lo estan arruinando...